miércoles, 13 de enero de 2010

Olvidate tranquilo

Un 10 de Diciembre, un calor de cagarse y yo tirada en la cama sin comer por tres días por la angustia por no haber aprobado 2 materias. Y me acordaba de lo que era antes mi relación con él. Me acuerdo... Los primeros meses fueron mágicos, me llegaban unos mensajes que llenaban el buzón de entrada, con frases quizás bastante cursis que siempre detesté, porque no estaba acostumbrada, pero la verdad es que por dentro me encantaba.


Ese día me acuerdo, leyendo los 849 mensajes que tenía archivados en el celular, me llenó de lágrimas uno que rondaba por mediados de Abril, que decía: "Sos todo para mí, todavía no puedo creer que haya encontrado una persona tan perfecta como vos! Existirá el amor a primera vista?" y después otro que decía: "Me encantás, hoy te vi y ya no aguanto para verte de nuevo, quiero que sea domingo ya! Me quedé idiotizado *bebu*!". Esos mensajes se multiplicaban por 12 durante un día, todos los días.

Hasta que en Mayo, empezaron las peleas, con mensajes desde un "dónde estás????????????" hasta "Loco cuándo me pensás atender?????" Me sentía que no tenía vida, que no sabía qué mierda estaba haciendo con una persona que no me dejaba ir a dormir a lo de mi mejor amiga a estudiar. Me sentía atada, y triste todo el tiempo, porque peleábamos muchísimo, y no sabía que más hacer para evitar crearle un enojo más grande.


El 30 de Mayo me desperté llorando en la almohada, se ve que por alguna pesadilla, y me empecé a dar cuenta que ya no lo quería como antes, era una mezcla rara, era como que el enojo que me daba que me tratara así hacía que yo sintiera menos amor por él, pero era tanto lo que lo quería, que me hacía sentir que de a poco lo empezaba amar. Y eso me asustó. Nunca había amado a nadie, nunca sentí esa cosa de decir "te amo". Y por una impulsiva decisión mía, decidí terminar las cosas.

Me acuerdo que tomé esa decisión cuando estaba sentada, sola, en el pasillo de una Iglesia, en la época de Pentecostés, triste y llorando también, cuando sentí un ruido en el celular, y cuando lo agarré vi una llamada perdida y un mensaje recibido, que decía textualmente, cuándo le pensaba atender, cuando unas horas antes, le expliqué que no iba a atender sus llamados por la tarde porque realmente en ese lugar no se podía. Ahí estallé y me puse a llorar como loca. Estaba loca. Y encima por la batería, se me apagó el celular y no le pude atender en todo el día. Llegué a mi casa tres horas antes de que terminara la jornada para poder cargar el celular y que no se enojara más conmigo de lo que ya pudiera estar. Pero fue para peor.
En todo sentido fue para peor. Con un terrible miedo conecté el cargador al celular y esperé unos minutos a que se cargara para poder hablar tranquilos y plantearle lo que sentía.

Le mandé un mensaje de Internet explicándole lo que me había pasado con la batería, y a los 25 segundos me estaba llamando y a los gritos empezaba la batalla.

Yo ya no sabía qué hacer, y estaba tan asustada y enojada, triste, que le dije, basta, que no podía más, que no podía enojarse por eso y por todo, que estaba cansada, agobiada, que eso ya no era amor de ninguna de las dos partes. Él no me escuchaba, seguía discutiendo  No me acuerdo qué era lo que decía porque estaba ocupada secándome las lágrimas para que nadie me viera llorar. 


Algo que me caracteriza, si se puede llamar así, es que no lloro y menos en frente de alguien. Pero esa situación me la venía aguantando hacía mucho. Y no soporté. Él, me acuerdo que no me entendía, que para él estaba mal lo que estaba haciendo, que hablando se arreglaba, que él se iba a calmar por decimocuarta vez, pero que no tomara esa decisión porque lo iba a destruir. Pero me estaba destruyendo yo misma desde hacía mucho tiempo. Y terminé.

No me acuerdo bien, pero creo que me siguió llamando en los siguientes días para preguntarme cómo estaba y para saber si había una esperanza de volver, y eso sí, me destruía. Cada "no" que le daba me costaba horrores decirlo y peor para él escucharlo. Que no. Que no sabía si podía cambiar eso, que sufrí un montón en todo ese tiempo por cosas que no me merecía escuchar. Y me dolía en el alma saber que él también estaba mal.

Pero no sé. Se me dio así. En ese momento no pude decir otra cosa que eso.
Me acuerdo como lloré. En realidad no lo hablé prácticamente con nadie. No entendían por qué estaba tan mal si había sido yo la que decidió terminar la relación.

Estuve así, dos meses... Hasta que no aguanté más. Y decidí llamarlo.

Y bueno, hoy me acuerdo de eso como algo triste, pero cuando volvimos a empezar sentía que estuve con él esos meses, que por más incomunicados que hayamos estado, estuvimos juntos. Y todo empezó a ser lindo como al principio. Hoy, tiempo después de todo esto,la relación se está desgastando de nuevo y se me está yendo de las manos, y no es simpleamente un "noviazgo", esto me está consumiendo. Y yo no se si ahora se va a volver a arreglar. ¿Otra vez la misma historia?

1 comentario:

Teddy dijo...

Qué bueno que al final todo haya sido para mejor.
Las cosas pasan porque tienen que pasar, estoy convencida..
Me alegro, por vos.