jueves, 5 de septiembre de 2013

Volver

Hay veces que uno se queda tan bloqueado que no sabe ni qué decir. Y ni les digo, cuando uno sabe qué escribir.

Hoy, me encuentro posicionada en un lugar de mi vida, en donde no miro desde arriba, sino hacia atrás. Y ví a P* super frágil e inmersa en una inminente secuencia de puras caídas. Bajo una sombra en la que no solo yo, sino su alrededor veía y sentía que me iba a costar salir. Y así fue. Pero hoy, un Jueves cualquiera, un 5 de Septiembre sin mucha importancia en el calendario, me siento plena. Estuve sola y salí sola, me levanté como una campeona y hoy miro hacia atrás y si bien me veo mucho mejor, no dejo de pensar lo mucho que costó salir del caparazón. 

Un 5 de Junio, volviendo de la facultad, me bajé del 134 para tomarme otro colectivo, y entre los pasos memorizados que hago cada Miercoles, me encontré con una sorpresa. Me encuentro con aquella sombra que me atormentó por 2 años. Una sombra que costó quitar y si bien quité cada resto de su ser en mí, las marcas quedan y las contemplo, contemplo cómo pasó por mi vida en un abrir y cerrar de ojos. Aquel 5 de Junio, justo 2 días después de haber empezado a rehacer mi vida al lado de otra persona, y especialmente recuperada de muchos miedos, lo veo. Apoyado cómodamente contra el poste que señala la parada, esperando, quizás al colectivo o quizás a alguien. Veo a Maximiliano. 

Me miró fijo como si hubiera visto un fantasma, (Y cómo no iba a mirarme así, si desapareció de mi vida sin aviso) hasta me animaría a decir que entreabrió la boca como sorprendido y hasta se separó de su cómodo poste para pararse bien y mirarme aún más fijo todavía, como incrédulo. Después de 2 años de no saber de sus pasos, lo veo ahí, justo cuando yo recién empezaba a rehacer mi vida. Veo que el colectivo que iba a tomar estaba estacionado y me subo. Y lo veo, dándose vuelta, y mirandome de la misma forma, quizás sin poder creer que me estuviera viendo en ese momento. Y lo ví, queriendo mantenerme la mirada, mientras el colectivo arrancaba, vi como se iba perdiendo entre la gente.

Y recordé aquellos momentos de inseguridad cuando me empecé a involucrar con él, sabiendo lo mal que hacía, y escuchando que varios me advertían. Me sentía como seduciendo al diablo... Y así terminé

¿Y qué pasó después? Simplemente valoré lo fuerte que fuí al no sentir nada más que un leve suspiro de, haber podido reafirmar que soy una persona que se levantó sola y no cayó con la piedra, solamente la pasó por al lado.