jueves, 26 de enero de 2012

Javier, el psicópata I

Espero que la última vez que tenga que usar la etiqueta de "Javier" sea en esta entrada, o en otra solamente para acordarme de lo que no tengo que hacer. Ustedes chicas (por qué no, chicos) no cometan javieres. Digo errores.


La entrada donde lo explico: Giros de la vida


Lo explico cortito, sencillo. Es un cliente de mi trabajo, es un mamerto y salí dos veces con él. La primera por lástima, y la segunda, también. Suena como si fuera una conchuda, pero no. Viste cuando querés darle una oportunidad a alguien y al mismo tiempo te parece una buena persona, aunque no te gusta ni te atrae pero querés intentar, me explico?


En la última "salida" ("salida" lo denomino a que estuvo 45 minutos insistiendo para llevarme a mi casa a mí y a mi amiga, y una vez arriba del auto, quiso llevarme a un "albergue transitorio" única y exclusivamente para "acariciarme el pelo y dormir abrazados") (¿Pero qué carajo te pensás que soy? ¿Pelotuda?) (La respuesta es sí, pero no acepté, tranquilos) como decía, en la última salida me llevó a mi casa y a mi mejor amiga a la suya, todo el viaje, ellos dos discutiendo, y yo también.


No sabía cómo hacer para que paren así que le hice una seña a mi amiga para que se calle y que se baje tranquila en su casa, para que no siga discutiendo con él, que es tan estresante como adiestrar a una tortuga. Más allá de todo, me daba cuenta que él no era así (todo el tiempo). Cuando se bajó mi amiga en su casa, me confesó que estaba bajo la influencia de algún "yuyo" por así decirlo, que al haberlo mezclado con alcohol lo definió como que quedó "volando extasiado" y lo que yo definiría como un terrible pelotudo con actitudes totalmente estúpidas superando los niveles normales de imbecilidad que tiene en su vida diaria.


Me quise bajar pero no me dejó, me quiso besar y no lo dejé, peleamos, discutimos y me dijo tantas cosas incoherentes que me empecé a asustar. Y recordé las muchas veces que no le dio importancia al semáforo en rojo cuando yo y mi mejor amiga todavía estábamos arriba de su auto, sus frenos repentinos y brutos y demás actitudes totalmente imprudentes, una pesadilla. Faltaban dos cuadras para llegar, pero no, no podía sentirme tranquila... Dobló como una bestia hacia su derecha, subiendo arriba de la vereda y estacionó en el medio de una plaza, en frente de mi casa. Me quería morir.


Lo único que decía era que me baje, que me deje bajar, que se valla y no vuelva más, que no se apareciera por mi trabajo, que no me insista más, que nunca hubo nada ni iba a haber algo entre nosotros jamás. Pero el flaco estaba lo más pancho mirando al frente, donde frenó justo justo en frente de unas hamacas. En un segundo se convirtió en un ser humano dulce y tierno, y me acariciaba el pelo. 


Yo agarraba el gas pimienta de mi bolso con tanta fuerza que no sabía si tirárselo en la cara o con eso golpearle la cabeza y que dure más el efecto.

miércoles, 18 de enero de 2012

Hay días así...

Aunque la última vez que lo ví, fue en mi cumpleaños, que también fue la primera y última vez que pisó mi casa, a Maxi lo ví mil veces más. El recorrido que hago todos los días para ir a trabajar pasa por su barrio, paso por su cuadra, por lugares en los que alguna vez nos vimos, nos besamos, nos reconciliamos... Ir a trabajar antes era un calvario, estar arriba del colectivo y sentir que él estaba a metros de ahí, preguntándome qué estaría haciendo en ese momento, si estaría solo o con ella. Ahora solamente suspiro.


Como dije, aunque la última vez que lo vi fue en mi cumpleaños (6 meses), al mismo tiempo lo vi mil veces más. Lo vi en la calle, en el colectivo, adentro de un taxi, cruzando la 9 de Julio, Avenida Rivadavia, Avenida Mitre, lo vi caminando en barrios de Capital y Provincia, en el 134, en el 17, en el 24, lo vi atendiendo un local, en mi facultad y en mi trabajo. Lo vi alto y lo vi bajito, muy flaco, de contextura chica pero también lo ví grandote, rubio pero también lo vi morocho, con sus ojos y también con otros. Lo vi en traje y corbata y lo vi en ropa que se que jamás usaría. Lo ví mil veces a Maxi, pero ninguno de esos miles era él.


Producto de mi imaginación, a veces me siento como en los dibujos animados, cuando se mueren de agua en medio del desierto y en su mente se les proyecta un enorme oasis. En mí, mi mente me juega en contra, viendo su cara en cualquier individuo.


Se me retuerce el estómago y siento una punzada, me acuesto un rato, hago que se me pase y me levanto a la noche para ir a trabajar y finjo la misma cara de normalidad de siempre. Y me repito a mi misma, yo puedo, yo puedo, yo puedo... 

domingo, 1 de enero de 2012

Crecimiento

Es increíble todo lo que me pasó este año, y no me refiero a lo malo (solamente) sino a la cantidad de cosas excelentes que me pasaron. Me independicé de una forma tal que me valgo por mi misma en todo sentido, recién ahora caí en la realidad (Muy tarde, pero mejor tarde que nunca dicen, no?) del verdadero valor de la familia, me di cuenta que sin mi mamá y sin mi hermana no sé qué sería de mí, que todo me hubiera costado mil veces más y el apoyo que me tienen ambas también, es muy valioso y me apena no haberme dado cuenta antes, pero bueno, nuestra relación años antes era bastante mala y complicada.


En fin, de a poco voy aprendiendo que realmente tu felicidad no tiene que depender de una persona, sufrí tanto este 2011 con la partida de Maxi: me dejó una marca en el corazón tan grande, tuvo tantas actitudes espantosas conmigo y desapareció sin decir una palabra, que me hizo construirme una muralla enorme, pero creo y espero, provisoria. Tengo que quererme y amarme a mí misma primero. Si no puedo amarme yo, nadie lo va a hacer por mí. No quisiera volver al pasado para volver a sentir ese vacío espantoso, o ese sentimiento de desolación, pero definitivamente cada día me doy más cuenta que todo eso por lo que pasé, hoy me hace ser mucho más fuerte.


Si bien esta muralla de la que les hablo es provisoria, es para aprender a conocerme a mí misma, a no regalar mi amor y mi afecto a cualquiera, necesito volver a estar preparada para poder volver a querer a alguien. ¿Lo extraño? Muchísimo. Hay noches enteras en las que solo me acuerdo de su voz y su perfume, pero de a poco voy superando esto, y en vez de herida abierta, es una herida cicatrizandoce, muy de poquito.


Ya me decidí en renunciar a mi trabajo, no puedo seguir trabajando en la madrugada, mientras todos duermen yo laburo como loca, me está desgastando la salud de una manera increíble, es agotador. Me va a costar muchísimo porque más allá de que trabajo con mis dos mejores amigas, encontré gente increíble y pasé momentos inolvidables, aprendí muchísimo, más de lo que me imaginé, pero aunque me cueste, tengo que cerrar esa etapa y empezar de nuevo, en un lugar mejor, y esta vez sola.


Cerré el año rescatando un gatito, les presento a Moncho, que lo rescaté de dos bestias de perros que casi se lo morfan sin pan. Lo encontré a las 7 am cuando me bajé del colectivo para tomarme el 2do colectivo hacia mi casa después de trabajar, no me hubiera perdonado haberlo dejado ahí y lo tapé con mi saquito y lo escondí en mi bolso para que el colectivero no me asesine jaja. Igual no me quiero entusiasmar mucho porque lo quiero regalar, mi mamá se hace la enojada pero se encariñó más ella que yo.


Más juguetón y cariñoso imposible






Feliz año queridos blogguers.