martes, 30 de noviembre de 2010

Y ahora?

Bueno gente... Yo se los tiro así.
(Basta de cajitas de recuerdos por un tiempo che, que recordar todo lo que me lastimó me hace bolsa)


Hace tiempo, un tiempito, que me venía haciendo la cabeza con una persona. No se daba y yo pensaba hasta poco que no se iba a dar jamás. Y no se lo conté a nadie. Absolutamente a nadie. Me iba tan mal en todo, que cosa que hablaba, cosa que se arruinaba. Cosa que comentaba, cosa que se me iba al carajo. Y bueno, vieron cuando (generalmente las mujeres) dicen "YA le estoy contando esto a tal!" A sus amigos, etc. Bueno, yo eso, me lo quería aguantar porque, no sé, realmente quería que algo en mi vida salga bien. Y él era una de esas cosas. Y me la aguanté, esas ganas inmesurables de contarle todo a mi mejor amiga o contárselo hasta a el viento. Lo tuve que hacer.


Le tomé cariño sin siquiera conocerlo. Y sin conocerlo todavía, YO lo quería conocer. Pero bueno, como siempre digo, TODO al parecer tiene un pero, hubo par de altercados que me hicieron pensar en que, todo eso iba a quedar sólo en mi memoria, pero no.


Y hoy. Hoy estoy contenta, y como dicen, yo no sé mañana. Pero hoy, lo quiero disfrutar a pleno. Hoy y el tiempo que venga por delante.






¿Me desean suerte?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La caja de recuerdos: Alex II. Cayendo en la perdición

Y sí. Me olvidé de lo que había llorado y sufrido con aquel primer amor y me dejé llevar completamente por esas mariposas que se multiplicaban inundandome hasta las orejas. Si. Dije que SI. Y no podía creer cómo había pasado todo tan rápido, tan así, tan como en un sueño. Me fijé en una persona practicamente inalcanzable para mí, (y para mis niveles de autoestima) y que para colmo de males, estaba de novio. Yo, por mi parte, estaba viviendo un sueño despierta.


Pero, como todas las historias, buenas y malas, largas o cortas, tienen un "pero". Un "pero" que para mí significó muchísimo. Teníamos una amiga en común, ella era su vecina y yo la conocía desde la primaria, alrededor de 8 años más o menos. Era divina. Y lo sigue siendo. Muy buena persona. O eso pensé hasta que me dijo:


Melina:
P*, te puedo contar algo?

P*
Si obvio ¿Qué pasó?

M:
Alex antes de ponerse de novio con vos, estaba interesado en mí. Y creo que lo sigue estando.


Ahí sí. Caí en la horrenda realidad, caí en lo que yo en el fondo, después de lo que pasé con Diego, temía que pasara. Me hacía la superada diciendo que nadie me iba a volver a hacer sufrir. Pero poco tiempo después, me dí cuenta que lo me que me había contado Melina, era cierto. Me reí, me enojé, lloré, patalié, pero me dí cuenta que por más que no me halla gustado, lo hizo por mi bien. A los pocos días del comentario que deshizo en mil pedacitos ese corazón remendado, Alex me llamó para hablar y cortito y al pie me dijo:

Alex:
P*, te quiero muchísimo y fue hermoso todo este tiempo juntos... Es que... No sos vos, soy yo, no tenés la culpa de nada. Pero creo que esto tiene que terminar acá. Esto no da para más. 

P*
...
A:
...
P*
Bueno.

Dije casi sin aliento. Mi orgullo me impedía preguntarle por qué me hacía eso. Por qué me había ofrecido todo cielo y ahora me dejaba ardiendo sola en el infierno. Y le dije que estaba bien, que me parecía totalmente ilógico acosarlo con volver si ésa no era su intención. Y se fue, él por un lado y yo por el otro. Con la cabeza baja, las ilusiones echas pedazos, el corazón hecho bolsa y con la mirada perdida, me fuí.

Tiempo después me enteré de que, intentó de todo para estar con Melina, pero él se quedó sin el pan y sin la torta, ya que ella nunca le dio bola. TOMÁ QUERIDO!


Pero bueno, eso no me hacía sentirme mejor. Había entrado en una depresión terrible. Los días se me hicieron larguísimos, y ese invierno fue el que marcó mi vida bastante fuerte. Me descarrilé totalmente, desconfiaba hasta de mi sombra. Es hasta el día de hoy, que todavía no puedo entender lo que hice un día, cuando me escribí a carne viva la letra A en mi mano izquierda con un cuchillo.
Me di cuenta que había exagerado, era sólo un chico más en mi vida, que ni siquiera había llegado a amar, era muy chica como para querer a alguien y llegar a ese extremo, pero mi corta experiencia, todas esas palabras, promesas y cariño que me dio, me hicieron volar tan alto que cuando me di cuenta que todo era falso, me estrellé de hocico al asfalto y me descarrilé, me desvié totalmente.



No, no es como los comentarios que me escribieron gente, no fue algo hermoso, fue algo horrible, una experiencia dolorosa que me costó muchísimo pero que estoy totalmente segura que yo fui responsable de eso.
En ese tiempo no sentía nada, no sentía le frío, no sentía el calor. Necesitaba algo más fuerte, y lo busqué en el dolor corporal. Y terminé por "refugiarme" en la autoflagelación.
Algo de lo que me arrepiento toda mi vida.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La caja de recuerdos: Alex I

Una vez que me dí cuenta y caí en la realidad de lo que había significado Diego para mí y me olvidé por completo de él, surgieron muchísimos cambios en mi  vida, en muchos aspectos, me cambié de colegio, de amistades, y demás. También me mudé, aunque en realidad me mudé a la casa de al lado, sigue siendo una mudanza de casa, lo que para mí, fue casi traumático.

Caminando con mi mejor amiga (que también se cambió) por el patio de mi nuevo colegio, todo me parecía horrible, los profesores, el lugar, los alumnos, todo. Era demasiado nuevo para mí, y no me gustaba, sentía que todo era desagradable. Hasta que miré a un banco donde estaban sentados unos chicos, un poco más grandes de edad. Y lo vi, mirando un punto fijo, a un chico que desde ese momento me hizo cambiar de parecer.

Pero, tenía novia. ¿Por qué P* siempre a esos tenés que mirar eh? Y bueno, otra ilusión totalmente desinflada. Ese mismo día me encontré con una amiga que hacía unos 8 años no veía, y valla a saber uno qué poco disimulada que soy, que al poco tiempo se dio cuenta de lo muy enamorada que estaba de ese chico. 

- Alex? ¡Alex es mi amigo! 

Dios, ¿P* por qué siempre tenés que abrir la boca? Y en menos de una semana su curso y mi curso ya se habían enterado. Una que otra semana de cargadas y el tema, por suerte, fue derecho a archivo y nadie se acordaba de lo que había pasado. ¿O me equivoqué de nuevo? Un lunes, fui al kiosco, y yo sentía que la gente me miraba raro, en especial los de su curso, sentía cómo la gente me miraba, hasta podía decir que se reían... Y me fui derecho a  encerrarme al curso, cuando Juana, mi amiga me dice:

J:
-¡Alex te quiere conocer!

P:
-NO! ¿Estás loca? ¡Me dijiste que no ibas a decir nada! 

J:
Dale, dale, porfa te quiere conocer. ¡MIRÁ AHI VIENE!

Fue lo peor que me pasó hasta ese momento, me acuerdo que moría de vergüenza y me escondí atrás de la puerta, lo veo entrar y buscarme con la mirada, estuvo un rato largo, hasta que por fin parecía que se estaba por ir, NO! Un compañero le señala atrás de la puerta. Y sí señores, abrió la maldita puerta, se rió y me saludó con un beso en el cachete. Yo, roja como nunca en mi vida sólo quise que la tierra me tragara y me escupa bien lejos de ese lugar. Pero no, estaba ahí, parada frente a él mientras todos mis compañeros se reían. 

Me entero ese mismo día que había terminado con su novia, y ya al día siguiente, quería que nos encontraramos a la salida del colegio. Y así, nos vimos por unas semanas, siempre en la esquina y a la salida. Hasta que un día me dice: 

Alex:
¿P* querés ser mi novia?

¿Hace falta contarles lo que le respondí?

jueves, 11 de noviembre de 2010

La caja de recuerdos: Diego y el narcotráfico

Muchísimas gracias a todos los que me escribieron por mi post anterior, en el blog y en la casilla palabras tan tiernas y alentadoras, me hicieron muy bien al alma, de verdad, gracias a todos!
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Hace mucho que me puse a pensar que quería contar esto, quizás acá empezó mi manía de pensar que todos los hombres son iguales, o que son uno peor que el otro, o que simplemente, me involucro con personas que son justamente todo lo que yo, no busco.


Él entro en mi curso cuando estábamos en tercer grado. Apenas nueve añitos tenía ese chico me enamoró por completo, que me hacía escribir "D y P" en cualquier espacio blanco de mi cuaderno, el marco de la puerta, la primera y última tapa del libro de lengua... Él tenía problemas, andaba jodido de salud, que hacían que la maestra llame a la ambulancia de Cardiosur una vez por semana.

La vez que casi llaman a una ambulancia por mí, fue cuando me enteré de que mi mejor amiga en ese entonces, Wendy, se puso de "novia" con Dieguito. Estuvieron juntitos fines de quinto, cuando ella se cambió a otra primaria y no la volví a ver hasta recién el año pasado. Mientras yo, deshojaba margaritas con la mirada perdida repitiéndome como loro "No me quiere, no me quiere, no me quiere", empezaba a borrar todo rastro de mis escrituras "D y P" por todo el colegio. Pero yo en el fondo sabía, intuía que él me miraba distinto. Que no la miraba de la misma forma que a ella, él siempre buscaba la manera de sentarse conmigo cuando ella faltaba, y cuando no también. De pedirme un lápiz prestado o el sacapuntas, aunque él tuviera dos en su cartuchera llena.



Ya en séptimo grado, con apenas 12 años, sentía que había sufrido un desamor eterno, y que todavía sangraba por dentro, cuando inesperadamente, en la hora de la señorita Adelaida, me mandó un papelito que decía, "te quiero". Yo no sabía si reír o llorar, si mirarlo o qué, simplemente escribía más fuerte y tallaba la superficie de mi banco con las letras "D y P", hasta dejar esa mesa totalmente inutilizable. Cartitas van, cartitas vienen, y con un poco de ayuda de mi amiga Micaela, me había convertido en la flamante novia de Dieguito, el chico por las que todas morían. 

En el fondo, yo sabía que él no andaba en cosas buenas, pero el cariño inmenso y ese amor inocente que le tenía, me hacía olvidarme por completo que andaba con un drogadicto, y que para colmo, secretamente andaba con la pelirroja de "Manzanita", apodo que le pusimos porque siempre estaba horripilantemente vestida de verde manzana. 

Pero un día, en una de las últimas horas, lo veía como perturbado, molesto, enojado y al mismo tiempo con miedo. Como estaba peleada con él al enterarme de sus amoríos clandestinos con Manzanita, me enteré por Micaela, que a su hermano lo habían metido preso por problemas con un narcotraficante. Yo a esa edad me volvía sola del colegio y sentí que unos 2 tipos me estaban siguiendo, automáticamente entré en un supermercado y me metí entre las góndolas para perderlos de vista, y así volver a casa sana y salva y que no sepan en dónde vivía. Esos mismos tipos, fueron exactamente los mismos que me siguieron un par de días después.

Diego, me explicó que lo buscaban a él y a otro hermano más y se ve que nos vieron juntos muchas veces, o me querían sacar información o valla a saber uno qué. No quise saber nada de él, ni le volví a hablar hasta que me cambié de colegio. Y no lo volví a ver hasta hace unos años, arruinadísimo y desastrosamente desalineado, actuando de la misma forma que yo, haciendo de cuenta que no nos conocíamos.




Con 12 añitos, sabía aunque sea un poquito, mi primer amor me había echo sentir lo que era que te metieran los cuernos, el dar y no recibir nada a cambio, y que le importe tres carajos que tu vida esté en riesgo por su culpa. 

domingo, 7 de noviembre de 2010

Quiero

Quiero despertarme a la mañana con el ruido del tren que tengo en frente de casa, no de los gritos de mi mamá y de mi prima diabólica.
Quiero que mi mamá tenga la salud de antes, la que tomaba un te de yuyos cuando se sentía mal, no Ibuprofeno 600 (y demás cosas fuertes) cada ocho horas desde hace una semana y sigue igual.
Quiero que sea mi papá el que trate de localizarme, no yo a él, y que encima no quiera verme.
Quiero dejar de pensar que todos los tipos son iguales, y no que me cruzo y me meto con el que junta todas las cualidades que detesto.
Quiero volver el tiempo atrás y no haber conocido a Pablo ni a Mauro jamás y no que me dé bronca cada vez que recuerdo algún momento con cualquiera de ellos.
Quiero una navidad diferente, con mi mamá y mi hermana juntas en la mesa, no como siempre que termino sola, angustiada y llorando, terminandome las botellas de sidra que tendríamos que haber usado para el brindis.






Quiero tomarme unas vacaciones al fin del mundo, y no estar acá, hirviendo de calor, viendo cómo mi prima le consume la vida a mi mamá, cómo ella se le va apagando de a poco la mirada, viendo cómo mi viejo desaparece y se olvida que tiene dos hijas, encontrarme a una persona que sea distinta y me haga dar cuenta que sólo me encuentro a tipos forros y cagadores solo porque tuve una época muy larga de mala suerte, y quiero una navidad digna, una cena tranquila, las tres riéndonos como hace más de 10 años que no tengo.




Eso quiero. (Entre otras cosas)
Y estoy haciendo lo que tengo a mi alcance para conseguirlo, así este peleada con toda la familia, aunque a mi vieja le cueste recuperarse, aunque mi viejo me siga rechazando, aunque me siga cruzando con personas que solo me dejan un mal recuerdo, y aunque falte nada para navidad, ALGO voy a hacer, y de a poco.










¿Vos qué querés?